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martes, 18 de septiembre de 2007

El Èxito Femenino

En la sociedad actual, pese a las igualdades crecientes, queda claro que los roles de hombres y mujeres suelen ser distintos. Las tendencias físicas y actitudinales, la crianza y la socialización van generando matices diferenciadores, de forma tal que el varón desarrolla una actitud práctica, lógica, autónoma y competitiva, mientras que la mujer aprende a ser dócil, complaciente, obediente, emotiva y pasiva. Para él, la calle; para ella, la casa. El aprende a lograr objetivos; ella, a apoyarlo; el manda; ella obedece. Quizás sea por esta particular línea de vida, que los hombres tienden a lograr sus objetivos con mayor frecuencia que las mujeres.
En el libro " El éxito también es para las mujeres", las mexicanas Margarita Hernández y Dolores Riva Palacio analizan a fondo la relación de la mujer con el éxito, entendiendo el éxito como la capacidad sostenida para obtener logros tangibles y reconocibles socialmente. Además de sugerirse las fórmulas y requisitos que ellas admiten como necesarios para trascender el nivel actual de la mujer latinoamericana.

Para estas autoras, no existe duda en cuanto a que las mujeres de estas latitudes carecen de autoestima y le temen al éxito, porque éste las saca de lo que ha sido desde hace mucho su hábitat natural, es decir, la casa, los hijos, la familia. Además, porque les produce gran tensión porque les genera obligaciones y las a aceptar responsabilidades y asumir el control de la propia vida, en vez de esperar que algún hombre venga a hacerse cargo y las mantenga.
Refiriéndose a la actitud de la mujer ante el trabajo y el esfuerzo, la polémica escritora y filósofa Esther Vilar, ha dicho en su libro, “El varón polígamo”, hay demasiadas mujeres que siguen soñando con un príncipe azul que las rescate, las mantenga y les ahorre el esfuerzo de trabajar, pues resulta mucho más fácil y cómodo dedicar el tiempo a verse bonitas, a ser buenas y complacientes, y a ayudar a otros a lograr sus sueños, sacrificando los propios. En fin, dedicarse a ganar la aprobación del hombre, que ocupa el lugar de proveedor o abastecedor del hogar.
De acuerdo con el análisis de las escritoras mexicanas, muchas mujeres toman como pretexto el trabajo doméstico para no arriesgarse al competitivo mundo social que les exigiría preparación, riesgo, toma de decisiones nuevas y casi nunca cómodas, ya que en el fondo han sido educadas para proteger y no alterar la tranquilidad de la familia, así como para evitar el qué dirán, especie de red que las paraliza e impide ser ellas mismas. Algunas de ellas han llegado a creer que el éxito no es compatible con la naturaleza femenina, y otras temen entrar en fiera competencia con los hombres, y las hay quienes se avergüenzan de su ambición y se sienten culpables de tener que dejar los hijos en casa para trabajar.

Las latinoamericanas parecen vivir atrapadas en lo que alguien dio en llamar "el complejo de Hamlet traducido como un permanente "Ser o no ser”. En el caso de las mujeres, habría un debate mental frecuente entre las ideas de quedarse en el hogar con el trabajo duro y rutinario de la casa, la comida, la limpieza, el orden y los hijos, o tomar la calle y aventurarse a la competencia social que, generalmente requiere estudio, trabajo duro e inversión de tiempo y de energía, si se quiere llegar a un nivel socioeconómico o de logros, superior al de la mayoría de las personas. Algunas que han intentado dedicarse a todo a la vez y han probado el rol de la supermujer atendiendo la doble jornada trabajo-casa, se han topado de frente con el estrés que suele conducir a la desesperación y en no pocos casos, a la enfermedad.

La solución, pasa por entender que para poder trascender la limitante condición actual y lograr colocarse en una posición de éxito, se requiere tener autoconfianza, objetivos claros, planificación, tenacidad y habilidades para comunicarse. Además, superar la culpa por no estar en casa y ambicionar más y elegir parejas masculinas que las apoyen en vez de impedirles la acción de riesgo y el crecimiento. Se requiere huir de la dependencia y la comodidad y trabajar con base en el esfuerzo y el talento, así como educarse y seguir los intereses propios y no los de otras personas.

Además, para Hernández y Riva Palacio, es necesario crear en el interior de cada una de de las mujeres, una nueva mujer que no acepte el papel único de ama de casa sumisa y dependiente, que dirija y defina su vida, que elija y sepa que su tiempo le pertenece y que decida vivir como le convenga y satisfaga. En fin, una mujer que luche por sus derechos y vaya tras el éxito sin necesidad de esperar el príncipe azul que la mantenga, a costa de perder su dignidad.
Para salir de donde se está y llegar a ese espacio en el deseo y en los resultados, la nueva mujer necesita preguntarse: ¿Qué tipo de éxito deseo? ¿Dónde lo puedo encontrar? ¿Qué puedo hacer para lograrlo? Y necesita aprender a cuestionar los mensajes tradicionales que le quietan libertad y autonomía y la condenan a ser lo que no es. Sólo así, revisando la programación que hay en su mente, podrá aspirar a obtener un lugar más acorde con sus infinitos talentos y posibilidades.

Fuente: http://www.laexcelencia.com/

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